Debo confesar que hasta hace muy pocos años fui consciente del miedo que toda mi vida ha habitado en mí, solo por el hecho de ser mujer. A simple vista puede parecer una especie de miedo simple, como una pequeñísima piedrita en el zapato con la que me acostumbre a caminar cada día de mi cotidianidad. Pero en realidad el asunto es mucho más profundo, este miedo con el que se crece, con el que nos enseñaron a vivir, este miedo con el que se vive de manera innata solo por el hecho de ser mujer, en realidad no debería habitar en la mente de ninguna mujer.
Sentir que somos vulnerables solo por el hecho de ser
mujeres y que debemos vivir bajo una lista larga de hábitos que debemos adoptar
para estar “un poco más protegidas” es algo absurdo: No salir sola a cierta
hora, no quedarte sola sin tus amigas de confianza en una fiesta, no ponerte
esa falda porque terminas siendo víctima de mil vulgaridades en las calles de
la ciudad, temer a subirte en ese taxi sola, recibir mil comentarios incómodos
de tu profesor, de tu jefe, de tu compañero de universidad, del señor de la
tienda, del que va manejando. Esperar sola el bus en el paradero y con
incomodidad recibir un sin número de miradas y comentarios incómodos solo por
el hecho de estar ahí, sola y ser mujer. Y esta lista de situaciones que
puede extenderse por muchas páginas más es solo la puntica de un iceberg que
llena de sombra y oscuridad la realidad en la que vivimos todas las mujeres del
mundo. Solo basta con ver las cifras oficiales que se reportan de violencia
contra la mujer y de feminicidios. Solo
en Colombia las cifras oficiales reportan 99 mujeres asesinadas en lo corrido
del 2020 y según un especial realizado por EL TIEMPO “Los casos
incluyen empalamiento, incineración, abuso sexual, tortura y descuartizamiento.
La mayoría de las víctimas ya habían denunciado las agresiones de sus
exparejas”
Cuando leo o escucho este tipo de noticias y de cifras,
siento que no hemos avanzado nada como sociedad y que el panorama es oscuro,
porque no hay limites y los abusos de todo tipo parecen no cesar. Sin embargo,
creo que la voz que en las últimas décadas han venido levantando diferentes
grupos de mujeres en el mundo, ha sido muy valiosa y ha ayudado a que se
visibilice mucho más el papel que como mujeres hemos venido teniendo en la
sociedad y la reivindicación de ese papel en la construcción de una sociedad
más justa y con igualdad de condiciones para todas las mujeres. Pero no es
suficiente, falta mucho y no podemos dejar esta lucha solo en las manos de unos
pocos grupos feministas, en realidad, todos deberíamos ser feministas. Luchar y
enfrentarnos a años y años de maltrato, discriminación y desigualdad de la
mujer debe ser asunto de todos.
Este no es un tema de mujeres, ese es el
gran error. Esto es tema de todos. De hombres y mujeres. Esto no se puede
resumir en la protesta “radical de las feministas” NO. Es que no es radical, es
necesario, es justo, es fundamental para avanzar hacia la construcción de una
sociedad llena de respeto, de amor y absolutamente igualitaria para hombres y
mujeres. Ahora bien, como mujeres no
podemos desfallecer, día tras día nuestra voz debe ser más fuerte, por las que
ya no están, por las que ahora en algún lugar están siendo maltratadas, por las
que permanecen silenciadas, por las que igual que yo alguna vez sintieron o
sienten aún miedo de salir solas. Por todas las mujeres, las de hoy, las que
lucharon en el pasado y las que harán parte de nuevas generaciones,
generaciones que ojalá en el futuro se fundamenten en la igualdad, el respeto y
el amor.
Laura Bustamante.
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