"Hemos muerto tantas veces, nos hemos asesinado de tantas maneras, hemos destrozado tanto y a tantos que los demás seres del planeta solo acuden a mirarnos en nuestros resguardos con dolor y lastima porque ellos también quisieran que fuéramos mejores, que abrazáramos sus corazones y entendiéramos que valen tanto o más que nosotros"
Nos enfrentamos lentamente a la codicia y a la zozobra que se esconde tras las habitaciones cerradas y las puertas de las casas selladas y el miedo presume de nuestra ambición. Nuestras palabras son tragadas por el viento que cada rama del bosque ayudo a purificar y nos hundimos bajo el cemento de nuestros hogares con la esperanza hundida en predicciones mentirosas y sobre valoraciones de nuestra capacidad de ser mejores.
Porque quisiéramos ser algo mejor, quisiéramos que nuestra fe desbordara nuestra capacidad de destruir, pero solo somos rufianes que le temen al cambio y al amor, somos como animales de un planeta desconocido que miran entre si sus rostros y que se asustan al desnudar el alma de quien se sienta al lado nuestro.
Somos de la sombra oscura un rezago de lastima y sin poder ser mejores como sociedad nos convertimos en una baba espesa que su paso mancha de lodo y mentira el piso que nos sostiene. Ahora somos vulnerables, pero en millones de ocasiones lo hemos sido, lo que sucede es que nuestro cerebro es tragado día a día por el espíritu fugaz y eterno de la codicia y el consumo y por eso nuestras memorias son una lava de fuego que quema poco a poco nuestros corazones resilientes y nuestra capacidad de aprender.
Hemos muerto tantas veces, nos hemos asesinado de tantas maneras, hemos destrozado tanto y a tantos que los demás seres del planeta solo acuden a mirarnos en nuestros resguardos con dolor y lastima porque ellos también quisieran que fuéramos mejores, que abrazáramos sus corazones y entendiéramos que valen tanto o más que nosotros porque nos comimos su libertad y sin pena nos jactamos de ser sus libertarios, pero no, no los somos, solo somos seres asustadizos que con el temor bajo nuestros hombros damos pasos agigantados de progreso mientras nuestras manos y nuestras bocas se intoxican de dolor, pena y desamor.
Laura Bustamante.
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